Bellos recuerdos de pascua 🐇
Cuando era niña no sabía de la existencia de la celebración de la Pascua, mucho menos su significado.
Había actividades en la escuela para buscar huevitos, pero ni sabía por qué. Me gustaba mucho participar en esas actividades. Siempre he tenido muy buena vista, y desde lejos podía ver huevitos escondidos. Como traían sorpresas adentro, era muy emocionante. ¡Siempre me iba muy bien!
En mi casa nunca se celebró, hasta que fui adulta. De hecho, fue después de ser madre cuando mi suegra (mamá de Anthid) empezó una bella tradición familiar para sus nietos, es decir, mi hijo y mi sobrinita.
Ella empezaba con tiempo: cada que cocinaba algo con huevo, los rompía con cuidado solo por la parte de arriba, lavaba los cascarones y los guardaba. Después, cuando ya tenía muchos (¡y cuando digo muchos, son muchos!), empezaba a decorarlos.
En algunas ocasiones los niños le ayudaban a decorar, lo cual ya era bastante divertido para ellos. Otras veces también nos tocó ayudar a decorar, y eran momentos familiares maravillosos.
Entre pláticas y todo eso, aprendí sobre la celebración de la Pascua. Resulta que es una fiesta súper especial para los cristianos: celebran que Jesús revivió después de tres días (¡plot twist bíblico!).
Y para otros, también es una fiesta de primavera, vida nueva y esperanza.
¿Y los huevitos escondidos?
Antes de todo esto, la gente ya celebraba la primavera con huevitos y conejitos, porque representan nueva vida y fertilidad.
Después llegó la leyenda del Conejo de Pascua, que esconde huevitos sorpresa para que los niños los encuentren.
¡Y ahora todos buscamos huevitos como si fueran tesoros mágicos de chocolate y confeti!
Cada año grabé video de la búsqueda de huevitos. Es maravilloso volver a ver esos videos porque puedes ver cómo van creciendo los niños año con año.
Mi suegra los rellenaba de confeti y al final nos los rompíamos en la cabeza. ¡A veces nos dábamos unos buenos golpes porque el huevo no se rompía, ajajajaja!
La calle terminaba llena de confeti, que obviamente siempre barríamos y recogíamos. Además de todo eso, mi suegra nos hacía pastel y cupcakes.
De verdad, la Pascua era mágica, no solo para los niños, ¡sino también para los adultos!
En mi caso muy particular, viví a través de mi hijo momentos mágicos, alegres, llenos de ilusión y diversión que no me tocaron vivir en mi infancia.
Momentos de unión familiar que tampoco sabía cómo eran. Mis papás se separaron cuando yo tenía 8 años. La familia de mi mamá no vivía aquí, y mi papá sí tenía dos hermanos, pero todos trabajaban en negocios de ropa y siempre estaban ocupados, mi papá incluido.
Entonces pues, cenas familiares no hubo. Fiestas familiares... pues sí hubo, porque tengo fotos, pero yo era una bebé, así que recuerdos no hay.
¡Ojo! No todo fue malo. Quizá en otro post les hable sobre los momentos felices de mi infancia, pero hoy quería compartirles mi reflexión sobre la Pascua.
Si hay alguien en su familia que se toma el tiempo de hacer actividades familiares, que les cocina, que les da mucho amor de muchas formas posibles...
¡Aprécienla o aprécienlo demasiado! Denle las gracias y díganle cuánto lo quieren y cuánto aprecian todo lo que hacen por ustedes.
No se guarden esas palabras, porque si algo me enseñó la vida es que no sabemos hasta cuándo estaremos aquí. ¿Cuánto tiempo estaremos juntos? No lo sabemos.
Así que amemos hoy, digamos gracias hoy, abracemos a los que amamos hoy.
Muchas gracias suegra! Gracias por estos bellos recuerdos que permaneceran con nosotros el resto de nuestras vidas.
Comentarios
Publicar un comentario